Nadal gana en Abu Dabi su primer título oficioso de 2020 ante Tsitsipas


El balear supera al griego (6-7 (3), 7-5 y 7-6 (3)) en un duelo de «exhibición» que superó las tres horas





A falta de una semana para que termine 2019, en el planeta tenis ya ha comenzado 2020. El torneo de exhibición de Abu Dabi abre la temporada y calibra cómo van de fuerza los contendientes que ya miran el Abierto de Australia como primer gran objetivo del año. Y en estos primeros pasos, Rafael Nadal empieza como terminó: con victoria. En la final, superó en un intenso partido a Stefanos Tsitsipas por 6-7 (3), 7-5 y 7-6 (3) que llegó a las tres horas y quince minutos.
Era, en principio, una exhibición, pero de eso no entienden ni Nadal ni Tsitsipas, castigados uno y otro por el rival y por estos primeros compases en los que todavía la raqueta no está tan fina. Así transcurrió el primer set. A Nadal le costó mucho encontrar efectividad en su servicio, obligado a levantar hasta siete bolas de break en los dos primeros turnos de saque. Pero sigue siendo el Nadal que desmoraliza a los contrarios y que tiene siempre esa capacidad de desequilibrar los encuentros en el momento adecuado.
No solo superó esos momentos de tensión sino que trasladó los nervios al griego, que cedió su turno de saque en el noveno juego y brindó la oportunidad al español de cerrar la primera manga con su saque. Pero no estaba la raqueta calibrada. Incluso tuvo dos bolas de set con su servicio que no pudo agarrar y Tsitsipas se aprovechó del bajón para atrapar la rotura y el primer set en el tie break.

Pero al número 1 del mundo le concedieron hace unos días el premio a la Deportividad 2019 porque no escatima ni una gota de esfuerzo ni se deja llevar por mucho que el premio por la victoria suponga más ceros en la cuenta corriente. Su ferocidad va un paso más allá, pues siempre es un punto a favor sumar un triunfo sobre el oponente. No solo por las estadísticas, que también, sino porque impone un precedente en la cabeza del contrario. En el juego mental, Nadal es el rey.
Aunque el tenis no está limado, al español le bastó con ser superior, como siempre, en el empeño y la constancia. Sufrió en la segunda manga con su saque, de nuevo, y tampoco le facilitaron la remontada los demás golpes; con más errores de los debidos pero que se permiten en estos inicios. Sin embargo, los fallos no los suele digerir muy bien Nadal, ceño fruncido, palmadas a la frente y boca torcida porque la cuenta de errores subía más de lo que le gustaba.
No obstante, encontró algo que al griego se le fue escapando: la consistencia, la garra y la efectividad. Y se apoyó en esa capacidad estratosférica de hacerse más grande después del peligro. En el décimo juego levantó otras dos bolas de break, y aunque volvió a sufrir en su siguiente turno, metió un punto más de agresividad al resto para forzar los errores de su rival desde el resto. Tsitsipas no aguantó y el segundo capítulo se fue para el banquillo del español.
El cansancio, la tensión y la falta de rodaje hicieron mella en ambos en un tercer set que se fue a las 70 minutos. Y no hubo ni un momento de relajación. Antes al contrario, se olvidaron ambos de que «solo» era una exhibición y la frustración hizo mella tanto en uno como en otro. Tsitsipas descargó la ira con su raqueta, destrozada tras impactar en una silla de un juez de línea. Nadal enlazaba lamentaciones tras errar bolas de apariencia sencilla.
De ahí que volviera a tener dos bolas de rotura en contra en el primer juego. Peligro del que se levantó como un ciclón para arrebatar un break en el sexto juego. Alivio que le duró poco porque entregó su propio servicio en la siguiente ocasión. Y con los altibajos y el cansancio como guías en la tercera manga, la resolución solo podía pasar por el tie break.
Y entonces, Nadal. El de las remontadas épicas y las batallas mentales superadas. Más centrado, olvidado el cansancio en el raquetero, fijó la mirada en su rival, más desperdigado que en todo el partido en esta muerte súbita en la que sumó demasiados errores. De los no forzados y de los forzados por el contrincante. Un Nadal que levantó los brazos por quinta vez en Abu Dabi. Y que «empieza» 2020 como terminó 2019: con título oficioso, mordisco y las mejores sensaciones para todo lo que llega. Y con otra victoria moral sobre Tsitsipas, con quien sabe que volverá a encontrarse muchas veces esta temporada.
«El quinto título significa mucho para mí. Es un placer jugar aquí y ser capaz de competir. Terminar así 2019 es fantástico. Y qué voy a decir del partido, tres horas. Tsitsipas siempre es un gran reto, es un jugador eléctrico», admitió Nadal, que no quiso prometer que volvería el año que viene porque dependerá de cómo se encuentre. «Y la realidad es que cada año que vengo, soy un año más viejo», finalizó entre risas del público.

Fuente: ABC