Todos los años cuando se acerca la Navidad me surge la misma duda. ¿Por qué si en España siempre vinieron los Reyes Magos de Oriente y no había casa donde no se escribiese una carta tradicional, últimamente Papá Noel es capaz (con su barriga y su pinta de aniquilar la existencia mundial de vino dulce) de trepar cualquier balcón, ventana o chimenea?

He vuelto a reunir a mis conocidos para esclarecer esa duda y saber por dónde van las tendencias. Casi sin terminar de leer la pregunta, y muy a mi pesar, la mayoría de mis amigos responde contundente. ¿Sabes quién gana? Pues sí, el gordinflón de la Coca-Cola.

Gana en todo: en la decoración navideña, en el día en el que entregamos los regalos y hasta en los disfraces del chino. Pero en mi casa no gana, también lo digo.

1. Papá Noel

Está claro que nada queda de aquel San Nicolás de la vieja Europa, de origen griego, que vivía en tierras de la actual Turquía y que los emigrantes holandeses llevaron a la Nueva Ámsterdam, Nueva York. Nada queda porque la tradición holandesa de aquel obispo venerado por los cristianos de la Edad Media, del que se guardan sus reliquias en la basílica italiana de San Nicolás de Bari, viajó de Europa a América y de ahí de nuevo a Europa, convirtiéndose por obra y gracia de los escritores y otros artistas, en una leyenda de olvidado origen.




El dibujante alemán Thomas Nast, lo convirtió dos siglos después en un gordo barbudo y bonachón. Muy alejado de aquel San Nicolás pequeño y delgaducho. Y ya en pleno siglo XX, los creativos de Coca-Cola encargan al pintor Sundblom que hagan la figura de Papá Noel más humana y creíble. Así nació este mito que vivía en el Polo Norte y cuyos renos mágicos le hacían volar por el mundo a bordo de un trineo cargado de regalos.

Este personaje es el que eligen hoy en día, al menos en mi sondeo de opinión particular, la mayoría de los chicos de moda y los It gays. Es lo que hay.

2. Los Reyes Magos

La representación católica de los Reyes Magos se remonta al nacimiento de Jesús de Nazaret. El Evangelio de San Mateo es el único que cita a unos magos, sin nombres, ni títulos reales, que siguiendo una estrella llegaron a Belén para ofrecer oro, incienso y mirra al recién nacido rey de los judíos. Según los historiadores posteriores, los Magos venían de Europa, Asia y África. Pero tuvieron que pasar siglos para que el origen de Oriente se desvaneciera (ni eran Magos, ni Reyes, ni de Oriente) y se situase ese origen en los Tartessos de España.




A Melchor, Gaspar y Baltasar los eligen otros de los encuestados, pero en menor medida. A pesar de que en España hayan sido tradición católica y familiar durante décadas.

Sea de la forma que sea, qué importa ya un Papá Noel o tres sabios andaluces convertidos en Magos de Oriente. Lo que importa, digo yo, es que las tradiciones van más allá de la fe y de toda religión. Y yo, me quedo con los Magos, como los niños de mi familia y de mi infancia. ¿Y vosotros? A mí, segundo de cuatro hermanos, me tocaba Gaspar. Así que en breve le escribo mi carta.


Fuente:Nacho Montes